Bradley Cooper, tras convertirse en padre en 2017 fruto de su unión con la modelo Irina Shayk, experimentó una compleja transición hacia la paternidad durante un momento desafiante de su vida. A pesar de las dificultades iniciales, Cooper afirma que su hija fue la luz al final del túnel.
El reconocido actor de 49 años compartió su experiencia como padre durante una charla en el podcast “Armchair Expert” con Dax Shepard. Allí, Cooper expresó inicialmente su desconcierto ante la profunda conexión que otros padres describen hacia sus hijos, algo que él no sentía de inmediato.
Al principio, la relación con su hija Lea no fue fácil. Cooper admitió que durante los primeros ocho meses tuvo serias dudas sobre sus sentimientos hacia ella, al cuestionarse su capacidad de amarla plenamente.
“Me costó mucho adaptarme. Los primeros ocho meses ni siquiera sé si de verdad quería a mi hija”
A pesar de estos retos, la dedicación de Cooper hacia su hija se transformó en una fuente de alegría, al comparar el cuidado de Lea con una adicción positiva. Esta evolución emocional fue crucial para él, especialmente considerando su lucha anterior contra adicciones variadas.
Bradley Cooper atribuye a Lea un papel vital en su sobrevivencia, al afirmar que su existencia le impulsó a combatir sus demonios internos por el bienestar de ambos.
"[...] si no fuera por ella, no sé si seguiría vivo porque todo lo que hiciera le podía afectar y mi ADN me decía que ahora hay algo más importante que yo".
El actor segura que la relación con su hija se fortaleció, por lo que ahora tiene el deseo de ser un mejor ser humano. Hoy en día, padre e hija disfrutan de una conexión indestructible, lo que se refleja en sus apariciones públicas juntos, especialmente durante la promoción de “Maestro”, el último proyecto cinematográfico de Cooper, donde además de actuar, tomó los roles de director y productor.
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