Yasuaki Yamashita, un sobreviviente de la devastadora bomba atómica que cayó sobre Nagasaki, tuvo la oportunidad de ver la película "Oppenheimer" del aclamado director Christopher Nolan y recordó lo que sucedió desde su experiencia.
La película retrata la vida de J. Robert Oppenheimer, el físico teórico que desempeñó un papel crucial en la creación de las primeras armas nucleares a través del Proyecto Manhattan.
Yamashita relata su perspectiva sobre el trágico acontecimiento y cómo la película evocó intensos recuerdos y sentimientos. Rememora que, durante el fatídico 9 de agosto de 1945, uno de sus vecinos alertó sobre un misterioso avión sobrevolando la ciudad. Al seguir el consejo de su madre, ambos se refugiaron debajo de su casa, al prepararse para lo que estaba por venir.
“Ella tomó mi mano y en el momento en el que entramos a la casa vino una explosión terrible. Ya pueden tener una idea de esa explosión por la película. Era una luz tremenda. Como si fueran mil relámpagos al mismo tiempo. Empezamos a sentir que cosas volaban sobre nosotros, pero de repente un silencio total”, recordó Yamashita.
Su curiosidad sobre Oppenheimer y su deseo de comprender su situación y pensamientos fueron motivaciones para ver la película. Sin embargo, durante la escena de la prueba atómica, la angustia lo embargó y no pudo mirar. "Estaba temblando realmente por la tristeza, la memoria y el sufrimiento", confesó.
“Tuve que taparme los ojos y empecé a llorar”
A pesar del dolor que revivió, Yamashita considera que ver la película valió la pena. Llama a los jóvenes a hacer lo mismo para que comprendan las graves consecuencias que la bomba atómica acarreó.
“Lo importante de ver esta película es que la gente entienda lo que pasó y que jamás pueda suceder nuevamente esta tragedia. Si se olvida, esto puede repetirse. Por eso creo que es importante que sobre todo los jóvenes la vean. Esto no se puede repetir jamás, pero jamás. Nadie puede sufrir como sufrimos nosotros”
Las personas a menudo le preguntan a Yasuaki si siente odio hacia los estadounidenses por lo ocurrido, pero él asegura que nunca albergó resentimiento alguno: "no teníamos tiempo de odiar a nadie, teníamos que sobrevivir”, afirmó.
Debido al estigma asociado a los sobrevivientes de la bomba atómica por la radiación, muchos los evitaban por temor. Esta situación llevó a Yamashita a considerar la idea de mudarse a un lugar donde nadie lo conociera. Sin embargo, durante las Olimpiadas de 1968, recibió una oferta laboral de la prensa japonesa y tuvo la oportunidad de trasladarse a la Ciudad de México.
“México me recibió de brazos abiertos y me dio cariño. México me dio la segunda vida. Por eso el cariño y amor de los mexicanos me dio una lección para quedarme en México para siempre”
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